Iglesia de Nuestra Señora de la Paz

Las referencias más antiguas que se tienen sobre la Iglesia Parroquial de Marmolejo hay que buscarlas en el libro “El Reino de Jaén en la Edad Media” de José Rodríguez Molina, donde nos habla sobre la Parroquia de Santiago de Marmolejo, en el siglo XIV, primera advocación de nuestra parroquia.

La Iglesia de Marmolejo en el cuadro al óleo pintado sobre 1870 por el artista malagueño, y aguista de Marmolejo, José Moreno Carbonero. Actualmente conservado en el Museo de Bellas Artes de Malaga.

En el archivo parroquial existe un documento en el que se señala que la construcción del templo actual fue en dos periodos distintos.

Según los estudios la nave central sería la primitiva iglesia a la cual, en una ampliación posterior, se le adicionaria el crucero. La presencia a lo largo de la nave central (cubierta con bóveda de cañon) de unos vanos ojivales, hoy cerrados, indica una clara influencia gótica, lo que ha llevado a datar su construcción sobre el año 1588, la ampliación con el crucero y la cúpula (de rasgos barrocos) se habría llevado a cabo en torno al año 1613, en lateral izquierdo del crucero existió una puerta hoy cegada hacia la actual calle Iglesia.

Retablo original del Altar Mayor, del Siglo XVI. Destruido durante la Guerra Civil. Fotografia de 1930.

Con posterioridad, entre los siglos XVIII y XIX se construira la fachada principal y se alzaría la torre.

En 1590 y 1611 se le encargaron al escultor y retablista toledano afincado en Jaén, Sebastián de Solís, un retablo para el Altar Mayor y otro más pequeño para el Sagrario, ambos desaparecidos durante la Guerra Civil.

Detalle del Retablo original del Siglo XVI. Fotografía de 1910.

Pacual Madoz en su Diccionario Geográfico-Estadístico-Histórico, publicado hacia 1848, nos cuenta que la iglesia parroquial aún se encontraba sin concluir y alude al retablo de Sebastián de Solís ubicado en el altar mayor de estilo grecoromano, así como al resto de mobiliario, constituido por diversos cuadros de mediano mérito.

La iglesia -nos dice- “la sirve un cura párroco que se titula prior, y se provee su vacante por oposición en concurso general. Hay también un cura teniente amovible a la voluntad del prelado diocesano”. No obstante hay que pensar que ya se habría producido, por esas fechas, la construcción definitiva de la nave principal y que probablemente quedasen por ultimar algunas obras de menor envergadura.

Previsiblemente durante los años que duraron las obras de ampliación de la nave principal, se abrió provisionalmente una puerta, actualmente cegada, en la fachada norte de la nave del crucero para permitir el acceso sin riesgos al templo de los feligreses. Fue, definitivamente, la reforma de Justino Flores, de fines del XIX, auspiciada por el conde de Villaverde la Alta, Teodoro Tamariz-Martel Fernández de Córdoba, la que consiguiría unificar las medidas de la nave central dándole a toda ella la misma altura, con cubierta de dos aguas y bóveda de cañón.

La fachada principal destaca por su gran sobriedad. La puerta está enmarcada por medias pilastras toscanas adosadas al muro que terminan en unos capiteles simples, los cuales sontienen un trozo de entablamento sin decoración, sobre el que se sitúa una pequeña cornisa volada rematadas con dos pináculos.

Las pilastras encuadran un arco de medio punto cuyos salmeres se apoyan en impostas y que da toma a la puerta. En un plano más elevado aparece un rosetón de estilo barroco tardío.

La fachada termina de forma triangular en dos vertientes, con una gran cruz de hierro, anteriormente en este lugar habia una espadaña con las campanas hasta la construcción de la torre.

Altar Mayor de la Iglesia durante la fiesta de la Concepcion en 1904.

La torre, separada de la nave central por el baptisterio, es de construcción posterior al edifico. Presenta tres cuerpos diferentes, separados entre si por cornisas voladas, el primero de ellos alternando bandas de piedra y ladrillo, tiene un óculo en el que se encontraba el reloj, hoy ocupado por una vidriera; el segundo está constituido por el campanario, de planta octogonal, con cuatro vanos con arcos de medio punto; el tercero está formado por un capitel que imita el estilo de los Austrias.

El lateral del Templo que da a la calle Iglesia, desde el crucero a la fachada principal, estaba rodeado por un muro de ladrillos vistos de más de un metro de alto, rematado por un verja de hierro, también casi igual de alta.

Fotografía de la Calle de la Iglesia de 1930. Podemos ver el pequeño jardin que habia en esta fachada.

Este cercamiento tenía en el centro sus puertas, frente a las de la iglesia, tambien de hierro de forma ojival, albergaba un pequeño jardin con cino o seis arboles.

Todo el conjunto da una impresión de sobriedad, representativo del estilo neoclásico.

En el interior del templo se cuidaron especialmente los retablos. Los documentos de archivo informan que, en 1611, el obispo ordenaba al marmolejeño Cristobal López, bajo pena de excomunión, que pagará al retablista Sebastian Solís “los 400 reales” que se le adeudaban.

Los retablos eran seis ubicados a lo largo de la nave central así como el retablo barroco del Sagrario, el de San Juan Evangelista, el de la Virgen del Rosario y el de la Virgen de la Paz que se encontraban en el crucero.

Parada de tranvía en la puerta de la Iglesia 1910En el coro, a la derecha entrando por la puerta principal, había adosado a la pared un gran órgano, auténtico modelo “Jubal”.

En la esquina que forma el crucero estaba el Púlpito, era de marmol negro, formando una gran concha, sobre un pedestal, la balaustrada de hierro tenia incrustaciones de bronce.

Frente al sagrario habia un altar dedicado a las ánimas del Purgatorio con un enorme cuadro al oleo de 2 x 3 metros.

Iglesia y ayuntamiento con el tranvía - 1926 postal coloreada
Postal Coloreada de 1926

Durante la Guerra Civil (1936-1939) se desmantelo el interior convirtiéndose en plaza de abastos.

Altar Mayor tras la Guerra Civil. Fotografía de 1940.

En el transcurso de la contienda se perdio todo el patrimonio con el que contaba la Iglesia, salvándose unicamente la custodia del siglo XVII, en metal dorado con esmalte y los relicarios de plata que se conservan en la sacristía, así como la Imagen de Ntro. Padre Jesús Nazareno, del siglo XVI, traida desde su ermita, fue emparedada en la hornacina de la Virgen de los Dolores donde permaneceria toda la guerra.

Presbiterio. Fotografía de 1944.

Tras la guerra civil, Regiones Debastadas fue la encargada de reconstruir el interior.

Altar Mayor en 1945 tras la restauracion de Regiones Devastadas.

Los muros se recubrieron de ladrillos y se decoraron con mulduras de escayolas formando medias pilastras adosadas que culminan en unos pequeños capiteles imposta sobre los cuáles se coloca un friso sin decoración, en cuya arte superior hay una cornisa volaola profusamente decorada y que recorre todo el perímetro del edificio execeptuando el abside.Se cerraron las ventanas ojivales abriéndose otras de cruz griega con las imágenes en vidrieras de San Jerónimo, Santa Ana y la Virgen de Begoña, patrona de Bilbao y lugar de origen de los agüistas que las costearon.En los extremos del crucero se abren dos ventanas de medio punto con vidrieras que representan a los patronos de Marmolejo, San Julián y la Virgen de la Paz.

Pero sin duda hay algo que destacar del templo parroquial es el retablo del altar mayor, fue adquirido por el pueblo (valga como ejemplo que los labradores aportaron diez céntimos, por cada kilo de aceituna de aquel año) en el año 1949 siendo párroco Don Manuel Maroto.

El retablo es de estilo barroco del siglo XVIII, traido de un Convento Dominico de la ciudad de Benamente (Zamora).

El retablo, de autor desconocido, se asemeja en su forma a la de una hornacina ligeramente cóncava y se apoya en un zócalo de marmol con pan de oro.En relación a la obra de arte más importante que guarda la parroquia, la profesora de Historia del Arte de la Universidad de Jaén, María Luz Ulierte nos describe así el retablo central:

El retablo mayor es una gran obra de cascarón con un piso de tres calles y ático que sigue la misma división por medio de tres triángulos curvos unidos en el centro en una gran orquestación de nubes y rayos envolviendo la paloma del Espíritu Santo. Seis columnas compuestas dividen las tres calles del cuerpo, organizadas sobre un banco cuyas ménsulas sobresalientes sostienen angelillos y cabecitas.

En las calles laterales, sendos nichos rebajados cobijan santos en relieve muy alto, coronados por un gran golpe decorativo de hojas y cartela arriñonada. La central, algo transformada, lleva otro nicho similar a mayor altura que incurva la cornisa del cuerpo, elemento que con nitidez separa éste del ático, en cuyas calles, centrados en nichitos planos, se realizan altorrelieves, más grande el central.

Hasta aquí diríamos, y ya es bastante, que la diferencia fundamental es la utilización del retablo de cascarón completo, con esa ordenación en triángulos del ático completamente ausente en la práctica del sur. Pero hay otro “algo” bastante difícil de precisar. Si bien sus columnas se adornan con motivos arriñonados y vegetales coronados por cabecitas aladas similares por ejemplo a los de Santa Teresa de la catedral de Jaén, o si se rematan todos los nichos con esos motivos de oreja y foliáceos encrestados como en tantos otros giennenses, hay que señalar una gran diferencia en el hacer, que nosotros definiríamos como un acierto esquemático en estos de Marmolejo.

La talla de madera, en sus pequeños detalles es en Jaén minuciosa, mimada, buscando lo “bonito”….Se busca en estos retablos más que el detalle minucioso, la airosa línea delimitadora de la decoración, y quizás en ese simplificar rasgos resida la diferencia; desde luego, ese ritmo líneal también es buscado en lo andaluz, pero a la par, su “relleno”, se reviste de igual importancia.

Por otro lado, el carácter de gran máquina teatral y anonadante sigue presente en esta obra zamorana, e incluso en el pequeño retablito colateral (también de tres calles y ático de cascarón) la majestad no está ausente, si bien aliviada por su pequeño tamaño y la airosa polsera que lo corona.

Son pues retablos que responden a similares ideas estéticas, a iguales principios, pero realizados de un modo diferente, menos airoso curiosamente a pesar de su esquematismo en el Norte de Andalucía, donde la ingravidez viene a ser la tónica dominante en este tercer tercio del siglo XVIII. Tal ausencia de ligereza -que reconocemos más como cuestión de sensibilidad, de sensaciones, que como principios definibles- debería señalarlos también el porqué del empleo en Castilla del término”Churrigueresco”.

En la parroquia hay tres retablos más, el de San Antonio, el del Sagrario y el de la Virgen del Pilar, realizados en este siglo por las Escuelas Profesionales Salesianas de Barceloan imitando el barroco en las columnas salomónicas con decoración de pámpanas.

No se pueda pasar por el alto el cuadro copia del “Descendimiento de la Cruz” de Rubens y cuyo original se encuentra en la catedral de Amberes.

El Descendimiento de la Cruz. Rubens.

Este cuadro formaba parte de la colección de la baronesa Waugan, favorita del rey Leopoldo II; fue vendido en París en 1819 y adquirido por antepasados del agüista Don Rafael Rivero que lo dono a la Parroquia en el año 1945.

En el año 2004, siendo párroco Don Julio Segurado, se llevo a cabo una concienzuda restauracion tanto del interior como de las cubiertas, restauración que culminó con la pintura artística que muestra hoy el interior del templo.

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