Se sitúa en la frontera entre Jaén y Córdoba, en la Vega del Guadalquivir, cercano a uno de los ramales de la calzada romana que remontaba el río.El castillo se encuentra enclavado en medio del olivar, con un caserio del Siglo XIX en ruinas, adosado en uno de sus laterales.
En su construcción se distinguen dos etapas diferentes: la primera de origen musulmán, en la que se ejecuta el fortín bereber, y la segunda, que corresponde al periodo cristiano, en la que se edificó la Torre del Homenaje del castillo rural que sustituyó al fortín. Esta torre puede datarse a finales del siglo XIII o principios del XIV.Algunos de los muros de argamasa del castillo podrían ser de origen musulmán siendo reutilizados por la Orden de Calatrava para construir una fortaleza residencial.Se trata de un recinto rectangular del que sólo quedan los lienzos de tres lados, realizados en tapial., con los ángulos rematados por torreones cilíndricos macizos, excepto por el lado noroeste, donde el primitivo torreón fue suplantado por una torre del homenaje cuadrada. La entrada del castillo, que debió mirar al oeste, ha desaparecido sustituida por el caserío actualmente adosado.
En los lados sur y oeste se advierten aún los restos del adarve que debía rodear toda la fortaleza. Los lienzos de muro que unen las torres eran originariamente almenados, aunque hoy sólo se conservan algunas almenas, ya que en su cuerpo bajo se abrieron en época tardía saeteras que contribuyeron a debilitarlas. Las torres cilíndricas se disponen bastante adelantadas para favorecer el flanqueo del atacante. Hasta la altura del paso de ronda son macizas, cota donde al parecer eran huecas y posibilitaban en su interior un estrechísimo habitáculo.
El diámetro de estas torres cilíndricas era de 4,6 m, sobresaliendo unos dos metros por encima del muro.La del flanco sureste presenta un curioso perfil troncocónico, muy arcaizante, que no parece fortuito, comparable a los torreones cuadrados de la cerca almorávide de Jaén.El principal elemento interior era la torre del homenaje, cuya construcción supuso el derribo de parte del lienzo original del lado norte y del lado este. Se observa cómo el muro norte de la torre se construyo como prolongación del lienzo de ese lado, mientras que el del lado este se sustituyo por otro de mampostería, que debía permitir acceder directamente a la torre desde el adarve. Este muro fue nuevamente destruido en gran parte al levantar el actual cortijo.La torre del homenaje es rectangular, con tres plantas, sólida y de sabia construcción, suplanta parte de los muros Norte y Este y una de las torres cilíndricas, esquineras, de la fortaleza original.El muro Este de la torre pudiera ser continuación del de la fortaleza original de no ser por su forma, ligeramente desenfilado hacia el Nor-Noroeste.La Torre del Homenaje se ejecuta en sillería regular, siendo de mampostería menuda las torres cilíndricas y de tapial de calicanto los lienzos de muralla. El calicanto de los muros es de gran calidad, rico en cal y muy empedrado de cantos, posiblemente del área.Su planta es cuadrada, de 6,60 m de lado y su altura hasta la terraza, cuyo parapeto ha desaparecido, es de 13 metros.
La puerta estaba situada en alto, en el lado este, a la altura de la segunda planta a 5 metros de altura en el centro del muro norte, iluminada por una saetera en el lado sur; desde esta cámara se accedía a través de un luneto abierto en el centro a la inferior, utilizado como aljibe o almacén. Se subía a la tercera planta por una escalera de caracol embutida en el muro oeste, iluminada con otro diminuta saetera y por el hueco del acceso al nivel superior que se ilumina a su vez por dos saeteras. La tercera planta, similar a la segunda, tenía saeteras en los lados este y oeste. Es posiblemente obra del siglo XIV.
En la terraza subsisten dos canes que sostuvieron sus correspondientes matacanes y un canal de desagüe tallado en la piedra que descargaba su chorro en el interior de la fortaleza.En la pared de la planta baja se conservan aún restos de enlucido y se cubre mediante una bóveda semiesférica de mampostería, en cuyo centro se abre el hueco del pozo que la comunicaba con el aposento superior, un agujero practicado a nivel del suelo es reciente. La cámara intermedia se cubre con bóveda esférica.
Por último, en los otros tres ángulos se adosaron torres cilíndricas macizas, tapiando en parte las almenas, como sucede en el ángulo suroeste. Las torres son de mampostería irregular, aunque hay una tendencia general a introducir lajas de piedra que recuperen la horizontalidad de la hilada, especialmente acusada en algunas partes de la torre suroeste.
A parte de ello, presentan características diferentes, que sugieren que no fueron levantadas en un mismo momento. La del ángulo suroeste es la más esbelta de todas, la del noroeste es bitroncónica, y la del sureste tiene un diámetro sensiblemente superior y con hiladas más regulares. Por otra parte, por el interior se advierte que esta última se adosa a la que queda del lienzo de mampostería del lado este.
Tanto por tapiar las almenas, como por adosarse al muro de mampostería, los torreones tuvieron que ser lo último que se construyó. Por tanto, parece posible señalar la existencia de un primer recinto rectangular de época islámica, que sería un simple refugio, sin construcciones en su interior.Tras la conquista castellana se aprovecha para convertirlo en residencia señorial, dotándolo de una torre del homenaje. Y posteriormente se fueron levantando los torreones en las esquinas.El nombre de Castillo de La Aragonesa le viene dado por la finca donde se encuentra, La Aragonesa, y a esta por él Almirante de Aragón, Don Joaquín Antonio Jiménez de Palafox, sexto marqués de Ariza y noveno marqués de La Guardia de Jaén que fue propietario de ella y señor de su Castillo en 1725.
En el año 1985 fue declarado Bien de Interes Cultural (B.I.C.) por la Junta de Andalucia.
En Septiembre de 2015 se incluyó en la Lista Roja del Patrimonio.
Actualmente está en manos de un particular. Se encuentra totalmente abandonado y expuesto al expolio. Presenta grandes desperfectos en su estructura lo cual hace temer por su conservación.